Las redes inteligentes unen energía limpia con movilidad sostenible

Si la tasa global de adopción de la electromovilidad crece según lo estimado, puede suponer un paso importante en la reducción de las emisiones que contribuyen al cambio climático global y a las preocupaciones sobre la contaminación del aire en el ámbito local.

Las redes inteligentes de energía emplean fuentes de energía limpia y mejoran los planteamientos relacionados con la movilidad sostenible

El cambio hacia una movilidad más limpia no ocurre por si solo, sino que tiene amplias implicaciones para el parque de vehículos y las infraestructuras de energía, impulsando la demanda de soluciones integrales en lugar de aisladas.

Si bien la tendencia de electrificación en el transporte es alentadora, presenta algunas complicaciones, que están directamente relacionadas con las estructuras de la red existente que amenazan la fiabilidad del suministro y los costes ligados a la electricidad.

Con respecto al primer punto, la mayor frecuencia de eventos climáticos extremos es un desafío creciente para la fiabilidad y pone en peligro el impulso hacia la electrificación masiva.

Si nos fijamos en Estados Unidos, cortes de energía recientes a largo plazo en Texas y California apuntan a la necesidad de una mayor resiliencia. Además, muchas estructuras existentes de gestión de la demanda de red no están diseñadas para los distintos perfiles de carga de vehículos eléctricos, lo que dado lugar a mayores costes y a algunos desafíos para la recarga de vehículos comerciales.

También muchas estructuras minoristas y de gestión de red existentes no fueron diseñadas para aprovechar todo el valor que pueden proporcionar a la red los vehículos eléctricos por medio de las tecnologías de integración en la red.

La respuesta a estas complicaciones y desafíos viene de la mano de las redes inteligentes de energía (smart grid) y otras mejoras en las infraestructuras.

Las redes inteligentes en su versión más reducida, la microrred (micro grid), pueden crear islas de energía muy útiles cuando la red falla, manteniendo el suministro de electricidad esenciales para las distintas formas de electromovilidad.

Las microrredes pueden emplear suministro procedente de fuentes renovables locales, como la energía solar fotovoltaica, unidas baterías e incluso vehículos eléctricos como activos de apoyo a estas redes.

Además, si las redes están equipadas con sistemas de software avanzados, éstas más pequeñas pueden respaldar a la red más grande optimizando en tiempo real los distintos activos de energía distribuidos que componen la microrred.

A medida que la normativa, en sus distintos niveles (estatal, regional o local), diseñe e implemente programas que apoyen la expansión de las flotas de vehículos eléctricos y ofrezcan apoyo financiero público directamente a los consumidores para su adopción, se hará evidente el impacto que tendrá en la fiabilidad y eficiencia de las redes eléctricas.

Lo que tienen en común los vehículos eléctricos y las microrredes es el crecimiento exponencial, siendo posible vincular el desarrollo de cada uno debido a la rápida innovación tecnológica y a la aparición de nuevos modelos de negocio.

Así, las microrredes mejoran los planteamientos relacionados con la recarga de vehículos eléctricos y la electromovilidad desarrolla el concepto de red inteligente y el de microrred, dando como resultado los siguientes beneficios:

  • Flexibilidad: la flexibilidad de la microrred y la carga del vehículo eléctrico se pueden optimizar para apoyarse mutuamente.
  • Fiabilidad y resiliencia: si la red se cae por períodos cortos (problema de fiabilidad) o largos (problema de resiliencia), esta circunstancia se pude ver ayudada por una fuente constante de energía limia local para la carga del vehículo eléctrico.
  • Coste: La distancia entre la fuente de generación y la estación de recarga es reducida (con tendencia a cero), lo que mejora la distribución eficiente de la energía. Esto, a su vez, reduce los costes generales de desarrollo y operación, en comparación con las actuales de distribución.

A nivel global, lo cierto es la financiación ligada al desarrollo de la infraestructura de la red se ha visto limitada por el clima económico actual, especialmente a la luz de la pandemia de COVID-19 y la reciente guerra en Ucrania.

Sin embargo, esta situación se está viendo corregida por planes de apoyo ligados en Europa a los Fondos Next Generation y en Estados Unidos a las propuestas de la impulsadas por la administración Biden.

Estas y otras iniciativas podrían ayudar a superar estas limitaciones y a propiciar redes extensas de estaciones de recarga de vehículos eléctricos, una vez salvadas las necesidades de financiación de dichas actuaciones, cuestión muy controvertida a nivel político.

En este sentido, actualmente se observa que los planes de infraestructuras no se enfocan en las flotas de camiones pesados (lo que supondría un gran impacto medioambiental), sino que se hace foco en el transporte público y en el transporte ligero.

Autobús eléctrico en Pamplona, Navarra

Según los expertos, este último caso del transporte con vehículos ligeros requerirá de cambios y mejoras significativas en los sistemas de logística y distribución, requiriendo programas específicos de electrificación para aumentar la resiliencia del suministro de electricidad dentro de este sector.

Quizás una de las soluciones más prometedoras sea el desarrollo de un modelo de negocio de Energía como Servicio (Energy as a Service, EaaS) donde los proveedores de soluciones ofrecen microrredes envueltas alrededor de estaciones de carga de vehículos eléctricos sin desembolso de inicial para el usuario final.

Lo comentado hasta este momento, nos da idea de la simbiosis que existen entre estos conceptos, de los beneficios que nos aportan y de los riegos y desafíos que tenemos por delante para disponer de una movilidad ecointeligente y enfocada hacia objetivos de emisiones de carbono netas cero.

Ricardo Estévez

Mi verbo favorito es avanzar. Referente en usos innovadores de TIC + Marketing. Bulldozer sostenible y fundador de ecointeligencia

Esta entrada tiene un comentario

  1. Manuel

    Me encanta la energía verde! Pero una instalación fotovoltaica en mi casa sale demasiado caro 🙁

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