El cambio climático requiere que pasemos de la mitigación a la adaptación

Los efectos negativos del cambio climático son cada vez más evidentes y difíciles de negar, así que se torna indispensable que países y comunidades adopten las medidas necesarias para protegerse de sus daños y alteraciones.

La adaptación al cambio climático requiere la preparación de las infraestructuras

Este cambio en el clima motivado principalmente por el calentamiento global provoca efectos y consecuencias como: aumento del nivel del mar, olas de calor, tormentas devastadoras, sequía, extinción de especies, enfermedades, desaparición de glaciares, destrucción de ecosistemas, inestabilidades económicas e, incluso, guerras.

Con respecto a estas medidas que comentábamos a principios las podemos distinguir en 2 apartados: mitigación o adaptación al cambio climático.

¿En qué se diferencian las medidas de mitigación y de adaptación?

Las medidas de mitigación se centran en las causas, es decir, en la prevención antes de que se haya producido el impacto, mientras que las de adaptación son aquellas destinadas a actuar sobre los impactos o efectos que ya se han producido debido al cambio climático.

Tanto unas como otras son ampliamente tratadas por las más importantes organizaciones internacionales, como puede ser el caso del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), que desde 1988 ofrece una visión científica del estado actual de los conocimientos sobre el cambio climático y sus posibles repercusiones medioambientales y socioeconómicas.

Según este organismo, la mitigación del cambio climático consiste en la intervención humana encaminada a reducir las fuentes o potenciar los sumideros de gases de efecto invernadero.

De esta definición tan concreta se deducen algunas de las medidas de mitigación de más amplia difusión:

  • Utilización de energías renovables
  • Promoción de la eficiencia energética
  • Fomento de medios de transportes ecoeficientes: transporte público, electromovilidad, bicicleta o coches compartidos
  • Planificación y gestión sostenible de los recursos
  • Electrificación de procesos industriales
  • Captura de carbono
  • Impuesto sobre el carbono y mercados de emisiones

Pero una vez que nos vemos inmersos en el problema, desgraciadamente la mitigación no es suficiente, por lo que nos vemos abocados a concentrarnos en otro estadio de actuación: la adaptación al cambio climático.

El cambio climático se ceba con las cuencas hídricas de España

Entendemos como adaptación al cambio climático aquel ajuste de los sistemas humanos o naturales frente a entornos nuevos o cambiantes en el clima.

El IPCC nos aporta una definición similar indicando que la adaptación al cambio climático es el proceso de ajuste al clima real o proyectado y sus efectos.

En los sistemas humanos, la adaptación trata de moderar o evitar los daños o aprovechar las oportunidades beneficiosas. En algunos sistemas naturales, la intervención humana puede facilitar el ajuste al clima proyectado y a sus efectos.

Así, la meta principal de la adaptación es reducir nuestra vulnerabilidad promoviendo el desarrollo sostenible

Como ejemplos de las medidas de adaptación podríamos citar:

  • Construcción de infraestructuras más seguras, capaces de soportar situaciones límite.
  • Reforestación de bosques.
  • Restauración paisajística
  • Creación de cultivos flexibles y variados para estar preparados ante catástrofes naturales que amenacen nuestras cosechas
  • Investigación sobre posibles catástrofes y desarrollo de soluciones.
  • Medidas de prevención y actuación: planes de evacuación, planificación sanitaria …

Esta adaptación debe contemplar no solamente cómo reducir la vulnerabilidad frente a los impactos negativos, sino también cómo beneficiarse de los positivos, que también existen.

Desde el punto de vista temporal, las medidas de adaptación pueden enfocarse a corto, medio y a largo plazo, y deben incluir componentes de planificación ambiental y de gestión de desastres.

Ejemplo en agricultura de cultivos basados en permacultura

Si nos fijamos, desde principios del siglo XX la temperatura media de la Tierra ha aumentado 0,6ºC, y el nivel del mar ha subido alrededor de 10 cm.

Y si nos centramos en un territorio en concreto, por ejemplo en el caso de España, el efecto más preocupante e inminente es el de la disminución de precipitaciones y las sequías recurrentes.

Esto lleva a que el estrés hídrico y las altas temperaturas favorecen también la proliferación de especies invasoras, para las que las nuevas condiciones climatológicas son más favorables.

Otra consecuencia del cambio climático en el territorio español es el de la pérdida de suelo fértil, que conduciría a una progresiva desertificación, siendo el sur y el sureste de la Península Ibérica una zona especialmente sensible a este problema.

El aumento en la incidencias de estas circunstancias, y de otras igual de graves, nos llevan a pensar que la mitigación no es suficiente para paliar el actual escenario, siendo necesario dar un paso más y centrarnos en la adaptación, principalmente en aquellos territorios que estamos amenazados de manera especial por las consecuencias de esta crisis climática.

Y tu, ¿piensas que todavía el ser humano pueden tener la clave para manejar y minimizar los efectos del cambio climático?

Ricardo Estévez

Mi verbo favorito es avanzar. Referente en usos innovadores de TIC + Marketing. Bulldozer sostenible y fundador de ecointeligencia

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