¿Cómo potenciar el impacto de la economía circular en las ciudades?

Ya ha pasado un tiempo desde que se empezaron a aplicar con éxito las propuestas de la economía circular en nuestras ciudades y es ahora cuando podemos evaluar y potenciar estas prácticas cuando más del 50% de la población mundial es urbana y más del 60% del uso de recursos deriva de las grandes urbes.

El impacto de la economía circular en las ciudades se puede ayudar de buenas prácticas que las acerquen a un modelo urbano más circular

En este camino de abandonar el modelo de consumo y producción lineal podemos hacer foco precisamente en recuperar el máximo del valor de los recursos finitos que utilizamos y que en la mayoría de los casos se pierden.

En este sentido, son los proyectos sobre el tratamiento de residuos y aprovechamiento de materiales, los que se centran en la necesidad de cambiar el modelo de consumo actual, pues la sociedad tiende a infrautilizar los productos que adquiere y a sustituirlos por otros equiparables reduciendo la vida útil de los productos, como es el caso de la tan extendida obsolescencia programada.

De ahí que actualmente estén cobrando relevancia los sistemas de reparación avanzados, que son una buena opción para los consumidores prefieren no desechar los productos estropeados y que pueden asumir unos costes de reparación y mantenimiento adecuados.

También es cierto que este tipo de iniciativas se enfrentan a una resistencia social creada por el adictivo modelo lineal, por lo que es necesario reforzar su puesta en marcha con campañas de divulgación que muestren los costes o externalidades poco visibles o que se ocultan de manera interesada.

Así, en primer lugar, puede resultar interesante incorporar software que permitan controlar el estado de los productos y anticipar intervenciones de mantenimiento, con el fin de hacer más ecoeficiente la utilización de recursos escasos que precisen estos productos, como pueden ser el caso del agua y de la energía.

Ejemplo de esto es la monitorización electrónica implementada en algunos modelos de automóviles, que ayudan al usuario a saber qué componente necesita revisarse o sustituirse, así como realizar tareas de mantenimiento generales a todo el vehículo.

En segundo lugar, es importante impulsar aún más las cadenas locales de valor que pueden consistir en diversificar la fabricación de los componentes de un producto entre varias plantas de una misma compañía, ubicadas en distintas localizaciones de la ciudad o, por el contrario, que sean varias empresas más pequeñas las que se encargan de una parte concreta del producto.

De hecho, esta última modalidad resulta cada vez más fácil de llevar a cabo pues, gracias a las últimas innovaciones, las pequeñas empresas pueden producir a nivel local y bajo coste, lo que permite a las ciudades tender hacia la autosuficiencia y facilita la competitividad a las empresas locales frente a los mercados globales.

En tercer lugar, el diseño circular de los productos juega un papel clave para facilitar su posterior reutilización o reciclaje, por lo que invertir más esfuerzos en esta etapa inicial de la fabricación resulta fundamental.

Para facilitar este proceso, las empresas y las entidades públicas de las ciudades deben colaborar e implementar cursos y actividades de formación sobre diseño sostenible con el objetivo de que exista personal cualificado que desarrolle productos y servicios cada vez más eficaces y eficientes, con la mente puesta en las fases posteriores al uso.

Respecto a fomentar efectivamente el uso de energías limpias en detrimento de las procedentes de combustibles fósiles, es necesario partir de que los procesos actuales de transformación de energía a partir de fuentes renovables tienen en algunos casos unos costes iniciales elevados.

Este hecho puede llegar a ser un obstáculo importante para que los agentes económicos que operan en las ciudades incorporen energías renovables en sus actividades económicas, pues en términos de coste les sigue resultando más rentable utilizar fuentes energéticas contaminantes y poco sostenibles.

Un ejemplo de este problema puede ser la incentivación de la movilidad eléctrica, ya que el uso de vehículos eléctricos, al contrario de los de combustión, no emite gases de efecto invernadero (GEI), pero el resultado global depende del modo en que se haya generado la energía eléctrica con la que se cargan estos vehículos, tanto en estaciones de carga como en viviendas particulares.

Asimismo, hay que tener en cuenta el complejo reciclaje que conllevan las baterías de los vehículos eléctricos debido, entre otras causas, a su potencial efecto contaminante sobre el medio ambiente, aunque esto está pasando de ser un problema a una oportunidad en términos de modelos de negocio emergentes.

Por todo esto, deberían de potenciarse 3 estrategias sobre la energía

  1. Aumentar el número de estaciones de carga para vehículos eléctricos a partir fuentes renovables, como puede ser la fotovoltaica.
  2. Invertir en investigación para descubrir nuevas combinaciones de materiales menos contaminantes para la fabricación de baterías y otros componentes.
  3. Apostar por la cooperación entre los diferentes agentes económicos de cara a lograr procesos más eficientes de generación de energía eléctrica mediante fuentes renovables, disminuyendo así los costes tanto para la movilidad como para la infraestructura urbana.

Asimismo, las diversas medidas sobre uso compartido en las ciudades deben de ser impulsadas con mayor ímpetu, puesto son un modo eficaz de alargar la vida útil de productos e infraestructuras y corregir desigualdades sociales.

Con relación a las oportunidades del uso compartido de los edificios, cabe destacar iniciativas como ofrecer viviendas para compartirlas temporalmente con turistas, lo que descongestiona el mercado de los alquileres y los costes de las viviendas a largo plazo.

Unido a esto, esta clase de proyectos pueden resultar beneficiosos para la población más vulnerable, como los hogares compartidos entre ancianos y jóvenes que mitigan problemas de atención y acceso a la vivienda respectivamente.

El fomento de vehículos compartidos y flexibles en términos de adaptabilidad es una buena iniciativa para solucionar los problemas que el transporte genera en las urbes. De hecho, existen modelos de vehículos que permiten modificar tanto su tamaño exterior como interior, lo que resulta una gran oportunidad de cara a clasificar las mercancías dentro de ellos, por ejemplo, según el destino final de las mismas.

En cuanto al transporte de residuos, pueden separarse los diferentes materiales en el interior de estos vehículos para facilitar su distribución entre las plantas de reciclaje correspondientes.

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible

En resumen, una vez analizadas las ideas y políticas relacionadas con la economía circular que están funcionando actualmente en las ciudades e incorporadas otras medidas adicionales que las fortalecen o complementan, es posible extender un conjunto de buenas prácticas encaminadas a impulsar la transformación de la ciudad hacia un modelo urbano más circular y que están en consonancia con todas las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) nº 11, que se ocupa de ciudades y comunidades sostenibles.

Ricardo Estévez

Mi verbo favorito es avanzar. Referente en usos innovadores de TIC + Marketing. Bulldozer sostenible y fundador de ecointeligencia

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