Eficiencia energética, punto clave en el desarrollo del nuevo modelo

Cuando hablamos del nuevo modelo que está surgiendo de nuestra incipiente (e imparable) transición energética el foco se suele centrar en el desarrollo de las energías renovables, olvidándonos de otro actor igual de importante. Nos referimos a la eficiencia energética.
La eficiencia energética es indispensable en la transición de modelo energético
Es constatable el avance registrado durante las últimas décadas alrededor de las energías renovables, pudiendo considerar algunas tecnologías incluso como maduras. Sería el caso de la energía eólica y la solar fotovoltaica que han alcanzado economías de escala a través de la interacción de programas de fomento del mercado, mejoras tecnológicas y producción en serie.
Han logrado convertirse, las energías renovables, en un sector convencional, con un potencial y variedad enormes, y cuyo momento actual solo permite atisbar lo que se podría alcanzar en el futuro.
A pesar del enorme potencial que revela el futuro escenario de las renovables, es necesario que nos las ingeniemos para hacer más con menos.
El vatio más barato es el que no se consume, y utilizar eficientemente la energía es más barato que producirla desde cero, además de tener otras ventajas para el Planeta.
Si ponemos ejemplos típicos relacionados como nuestro hogar, por ejemplo, una lavadora ecoeficiente utiliza menos energía y agua.
La eficiencia en la construcción no va en contra de la comodidad, sino que debería ofrecer una comodidad todavía mayor. Nuestra vivienda bien aislada será más cálida en invierno, más fresca en verano y más sana para sus habitantes.
Un frigorífico eficiente es más silencioso, no tiene escarcha dentro ni condensación fuera, y probablemente dure más, siempre que el fabricante no practique la tan detestable obsolescencia programada.
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Y para terminar con el ejemplo, una iluminación eficiente proporciona más luz donde se necesita, consumiendo menos que sus equivalentes de hace unos años.

En consecuencia, podemos referirnos a la eficiencia energética como aquella que nos permite hacer más con menos consumo de energía

Para alcanzarla, disponemos de un amplio abanico de medidas que podemos tomar, tanto en nuestras casas, como en oficinas e industrias, actualizando o sustituyendo determinados sistemas o aparatos, que ahorrarán dinero y energía.
Sin embargo, aunque estamos acostumbrados a pensar que el ahorro final es la suma de los ahorros de todas estas medidas, el gran salto que nos permite dar la eficiencia energética procede del cambio conceptual que supone considerar la casa, el coche o la empresa como un todo.
Este enfoque holístico nos puede llevar a que nuestras necesidades energéticas se puedan reducir en un 40%.
Repasando, la eficiencia energética se basa en las siguientes cuestiones:

  • La aplicación de las mejores tecnologías constatadas y de ciertas tecnologías emergentes a través de criterios de eficiencia energética.
  • Cambios de comportamiento, como puede ser la reducción de la temperatura media en las habitaciones.
  • Cambios estructurales, como el tránsito de los coches individuales alimentados con combustibles fósiles a los transportes públicos eléctricos.
  • La sustitución de equipos e instalaciones al final de su ciclo de vida, pasando, como por ejemplo en el caso de la iluminación, a sistemas tipo LED.

En consecuencia, y como podemos intuir, la eficiencia energética no constituye un sector homogéneo y comprende una amplia gama de tecnologías y medidas, lo que dificulta esa visión global que comentábamos.
Aunque los mercados de energías renovables se puedan definir claramente a través de un pequeño número de parámetros técnicos y financieros, resulta difícil medir el desarrollo de esa eficiencia.
Lo que si es cierto, es que sin lo que hemos avanzado en eficiencia energética, la demanda anual global aumentaría respecto a la actual entre 251 y 826 EJ (exajulios). ¡Aunque no te puedas hacer una idea de lo que supone esta cifra, te adelantamos que es una barbaridad!
Dicho de otra manera, las medidas de eficiencia energética de los últimos 25 años han ahorrado una cantidad de energía igual a la demanda conjunta de China, la India y Europa.
Entre 1990 y 2014, la intensidad de las fuentes globales de energía primaria no dejó de caer a una media anual del 1,5%. En 2015, la intensidad energética fue más de un 30% inferior a la de 1990.
Aún así, el crecimiento económico global ha sido mucho mayor, lo cual ha generado un crecimiento neto constante de la demanda energética, que entre 1990 y 2014 aumentó en un 56%, situándose en un índice de crecimiento anual del 1,9%.
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Una vez constatado lo necesario que es la eficiencia energética en la transición energética, no es de extrañar el empeño de países e instituciones supranacionales en avanzar por esta línea.
En el caso de la Unión Europea, y como evolución a los Objetivos 20/20/20 de 2020, recientemente se ha llegado a un acuerdo para fijar el objetivo de eficiencia energética en un 32,5% para 2030, con un objetivo anual de ahorro del 0,8%.

Desgraciadamente este objetivo no es vinculante, aunque incluye la cláusula de revisión para 2023 para alinearse con los Acuerdos de París

Según estudios un objetivo del 40% vinculante sería un reto abordable por las economía que forman la UE y nos pondrían en línea de lo que necesitamos para llevar un estilo de vida sostenible.
Quizás nos perdamos con los porcentajes y no sepamos apreciar lo que nos perdemos con un poco más de esfuerzo en conjunto.
En concreto, este objetivo de eficiencia energética de la UE, cada punto porcentual de esta meta general supone:

  • Una disminución del 4% de las importaciones de gas
  • Un ahorro de 29€ por medio sobre la factura energética de cada hogar
  • La creación de 336.000 puestos de trabajo
  • Una disminución del 0,7% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI)

¡Como puedes apreciar, cada 1% cuenta y mucho para nuestro futuro!

Ricardo Estévez

Mi verbo favorito es avanzar. Referente en usos innovadores de TIC + Marketing. Bulldozer sostenible y fundador de ecointeligencia

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