La fuerza del prosumidor

La transición energética va a requerir importantes cambios. De algunos de ellos, centrados en las empresas energéticas, ya hemos hablado tocando en esta ocasión centrarnos en el cliente y en el nuevo papel que debe jugar en la sostenibilidad del modelo energético.

Este nuevo cliente activo que participa de manera decidida debe alcanzar un número considerable, y fomentar el autoconsumo de electricidad como estrategia fundamental del nuevo modelo.

Este doble rol de productor y consumidor es lo que define al nuevo cliente prosumidor, concepto que aparece en los textos normativos como autoconsumidor, es decir un consumidor final que opera en sus dependencias, que genera electricidad renovable para su propio consumo y que puede almacenar o vender esta electricidad renovable autogenerada.

El prosumidor se apoya en los sistemas de autoconsumo y su monitorización, gracias a la digitalización masiva del sistema eléctrico, para adecuar su consumo al recurso disponible, de manera que pueda maximizar el ahorro, la eficiencia y la gestión energética.

Esta monitorización de la producción va a facilitar al usuario la comprensión de sus usos, de su demanda y de sus necesidades energéticas, es decir, potencia instalada, capacidad de almacenamiento energético, espacios dedicados a las instalaciones …

Así, el autoconsumo presenta también una vertiente educativa, ya que al autoproducir parte o toda su electricidad y monitorizar sus consumos, es más fácil que los consumidores tomen conciencia del coste eléctrico y asuman la necesidad de ahorrar energía como un objetivo cotidiano, gestionando así su demanda eléctrica, lo que supone un ahorro tanto para el prosumidor como para el conjunto del sistema eléctrico. 

En efecto, el autoconsumo de energía tiene el potencial de incrementar la eficiencia energética, un aspecto clave dado que un 10% de la energía eléctrica total se pierde durante el transporte y la distribución de la energía en las redes.

El informe RISE estudia el acceso a la electricidad a nivel mundial

Si la energía se produce y se consume en el hogar no hay transportes, por tanto no hay pérdidas ni necesidad de nuevas infraestructuras, cuyo despliegue y mantenimiento acaba pagando el consumidor.

Pero el autoconsumo no solo produce ahorros, sino que también puede producir importantes ingresos, siendo importante mencionar que el modelo de generación distribuida se basa en un modelo de proximidad que apoya a la economía local y contribuye a la fijación de la población al territorio.

La promoción de este sistema distribuido podría dinamizar el sector de las energías renovables y de toda la industria auxiliar, actuando como un motor de arrastre de otras actividades económicas: construcción, rehabilitación de edificios, empresas de servicios energéticos (ESE), domótica, gestión de redes inteligentes (smart grid), tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), electromovilidad, agricultura, ganadería, silvicultura, por citar algunas de las principales.

Además, el impulso a la generación distribuida y el autoconsumo no solamente podría tener un impacto positivo en la creación de nuevo empleo sino también puede hacer más sostenible el empleo existente.

En cualquier caso, gracias a la evolución de las tecnologías de generación a pequeña escala (solar, eólica o biomasa), los prosumidores pueden generar su propia electricidad o parte de ella mientras siguen conectados al sistema existente.

De esta manera, el prosumidor consigue cubrir su demanda cuando no es suficiente y, en su caso, vender los excedentes al mercado o a un consumidor en particular.

La generación distribuida es un campo de actuación prometedor en el que se intentan aprovechar algunas tecnologías para acercar de manera completa la producción de electricidad al consumidor.

Es una estrategia basada en la ubicación de los generadores en la red eléctrica, pero no implica el uso de una tecnología en particular, aunque según las condiciones de cada país puede dominar una.

Es el caso de España destaca la fotovoltaica en el entorno del prosumidor, gracias a la abundante irradiación existente y a la rápida reducción de costes de tecnología y que va a seguir en esta línea descendente.

Asimismo, gracias a su modularidad, se pueden diseñar instalaciones de todo tamaño, y dado que las instalaciones no requieren estructuras ni montajes especialmente complejos, se pueden colocar muy cerca del consumo.

Generación de energía distribuida

No obstante, hay otras tecnologías susceptibles de desarrollarse con aplicaciones próximas al punto de consumo, como es el caso de la minieólica, seguida de la minihidráulica o la biomasa.

De este modo, se contribuiría a transitar hacia un modelo energético que superase el modelo existente hasta el momento, que está entrado en la gestión de la oferta y con una ciudadanía pasiva, y que se pasaría a ser renovable, distribuido y de proximidad, participativo y digital, en definitiva, un modelo de energía democrática y local.

Finalmente recalcar que esto supondría también un avance más dentro de lo que conocemos como economía colaborativa, pudiéndose hablar incluso de una energía colaborativa en la que el consumidor adoptase un papel no solo más activo, sino también más integrado en la comunidad, todo ello gracias, en gran medida, a la transformación digital del sistema eléctrico.

Ricardo Estévez

Mi verbo favorito es avanzar. Referente en usos innovadores de TIC + Marketing. Bulldozer sostenible y fundador de ecointeligencia

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.