Ahora o nunca

El informe reciente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) insiste en la necesidad de limitar el calentamiento a niveles manejables en los próximos años.

El informe reciente del IPCC resalta la necesidad de limitar el calentamiento a niveles manejables en los próximos años

Para ello, aunque las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI) alcancen su punto máximo dentro de 3 años, se deberán reducir a la mitad para 2030, lo que no evitará que el Planeta experimente acontecimientos climáticos extremos.

Este informe, denominado Climate Change 2022: Mitigation of Climate Change, indica que de no tomar medidas urgentes no podremos limitar el calentamiento a 1,5º C, umbral marcado por el Acuerdo de París en 2015.

Si mantenemos los niveles actuales es probable que las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) provoquen un calentamiento global de aproximadamente 3,2ºC en 2100.

Por eso es ahora o nunca, si queremos limitar el calentamiento y mantenerlo en niveles manejables, lo que va a requerir un cambio radical que propicie una reducción inmediata y profunda de las emisiones en todos los sectores.

Aunque las emisiones de GEI cayeron bruscamente en 2020 como consecuencia de la pandemia Covid-19, en 2021 ya igualaron o incluso superaron el récord de 2019, cuando fueron aproximadamente un 12% más altas que en 2010 y un 54% más altas que en 1990, cuando se publicó el primer informe del IPCC.

Los gases de efecto invernadero en la atmósfera de la Tierra se encuentran en los niveles más altos de la historia de la humanidad

Podemos considerar a las vista de los datos y el análisis de este informe que nos encontramos en una encrucijada, en la que las decisiones que tomemos ahora pueden garantizar un futuro habitable, ya que disponemos de las herramientas y los conocimientos necesarios para limitar este calentamiento.

En relación a estas herramientas y conocimientos, destacan las siguientes cuestiones:

Energías limpias y asequibles 

Todo pasa por eliminar el uso de carbón en todo el mundo, y reducir el consumo de petróleo y gas tiene que reducirse en un 60% y un 45%, respectivamente, para 2050.

Por suerte para todos, la implantación de energías limpias y renovables es más barata que la explotación de las energías fósiles existentes.

El futuro de la energía pasa por las renovables y su almacenamiento

Desde 2010 hasta 2019, el coste tanto de la energía solar como de las baterías de iones de litio ha disminuido una media del 85%, mientras que el de la energía eólica lo ha hecho en un 55%.

Esta reducción ha permitido un importante despliegue de las tecnologías renovables en todos los niveles, incluso en el doméstico.

Por ejemplo, el uso del vehículo eléctrico se multiplicó por 100 en la misma década, y la energía solar es ahora 10 veces más frecuente en todo el mundo, aunque estas cifras varían mucho de un país a otro y de una región a otra.

Eliminación de obstáculos y de la resistencia al cambio

Es de destacar que en casi todas las regiones del Planeta se han puesto en marcha políticas ligadas al ahorro y a la eficiencia energética, otras que han reducido las tasas de deforestación, algunas que han acelerado el despliegue de tecnologías ecointeligentes, mientras otras han ido encaminadas a reducir las emisiones en el marco del Acuerdo de París.

También es cierto que los objetivos de la mayoría de los países no han sido lo suficientemente ambiciosos, mientras que otros han hecho promesas que no se han visto correspondidas con las medidas necesarias.

Aunque el IPCC confía en que por consideraciones tecnológicas y de costes, la mitigación de las emisiones para limitar el calentamiento a 1,5°C es factible, obstáculos como las relaciones de poder y los intereses del statu quo son los que bloquean las políticas climáticas, incluida la eliminación de los combustibles fósiles.

Refinería de petróleo en Homs (Siria)

A estos obstáculos hay que sumar las campañas de desinformación que buscan activamente socavar las propuestas científicas

Además los expertos señalan que la financiación de las energías renovables está muy por debajo de lo necesario y se continúa subsidiando a los combustibles fósiles, indicando que acabar con esas subvenciones a los combustibles contaminantes se podría reducir las emisiones GEI en un 10% para 2030.

Reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI)

Aunque tiene un ciclo más corto y es menos abundante en la atmósfera que el dióxido de carbono, el metano es un gas de efecto invernadero mucho más potente.

Se prevé que el metano represente el 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero distintos del CO2 para mediados de siglo, pero, al ser menos persistente en la atmósfera, una reducción drástica de sus emisiones puede disminuir rápidamente su impacto en el calentamiento global.

Una de las formas más efectivas de hacerlo es centrarse en las emisiones fugitivas, es decir, el metano que se escapa a la atmósfera durante la extracción y el transporte de gas natural, o de los pozos de petróleo abandonados desde hace tiempo.

El IPCC calcula que las emisiones fugitivas representan alrededor del 32% del metano liberado a la atmósfera en todo el mundo y el 6% de todas las emisiones GEI.

Dada la lentitud con la que se está reduciendo la cantidad de GEI que se arrojan a la atmósfera, será fundamental eliminar algunos de los que ya están ahí.

Según algunas estimaciones, para mediados de siglo habrá que eliminar de la atmósfera 10 gigatoneladas de CO2 al año, más que la producción total de Estados Unidos, que es el mayor emisor del mundo.

Sin embargo, es probable que algunos de los métodos para lograrlo tengan mayores desventajas potenciales que otros.

El actual modelo energético es contaminante e ineficiente

Existen opciones asequibles como la repoblación forestal, la mejora de la gestión de los bosques, la mejora de las prácticas agrícolas o la protección de los ecosistemas costeros, que capturan naturalmente el dióxido de carbono y también son buenas para la biodiversidad y los medios de vida locales.

Para ello, el informe señala que algunos esfuerzos de eliminación de carbono, como plantar bosques donde antes no los había o la conversión de tierras para el crecimiento de biocombustibles, pueden tener efectos negativos en la sostenibilidad, mientras que la fertilización de los océanos, es decir, sembrar las capas superiores del océano con nutrientes para promover el crecimiento del plancton, podría causar cambios en los ecosistemas y la acidificación de las aguas más profundas.

Para tener posibilidades de contener el aumento de la temperatura global, concluye este informe, los modelos proyectan que de aquí a 2100 tendremos que capturar entre 170.000 y 900.000 millones de toneladas de CO2 de la atmósfera.

Para este reto podemos usar 2 tecnologías, individualmente o combinadas la vez. 

La primera, conocida como BECCS, consisten en que las plantas se queman en las centrales eléctricas y el CO2 resultante se captura en la chimenea y se entierra bajo tierra, lo que supone una eliminación neta de CO2 de la atmósfera.

En la segunda, llamada DAC, artefactos mecánicos aspiran el CO2 del aire mediante una reacción química.

Ambas tecnologías tienen todavía serios inconvenientes: cultivar suficientes plantas para la BECCS supondría destinar enormes extensiones de tierra de cultivo a los biocampos. Y la DAC sigue siendo extremadamente cara.


Parece estar claro que nos encontramos en un momento decisivo para nuestro Planeta y que no estamos progresando al ritmo adecuado en la lucha contra el calentamiento global, por lo que tendremos que definir planes ambiciosos en combinación con las herramientas disponibles para alcanzar los objetivos climáticos necesarios.

¡La batalla contra el cambio climático no está perdida, pero se nos está poniendo cuesta arriba!

Ricardo Estévez

Mi verbo favorito es avanzar. Referente en usos innovadores de TIC + Marketing. Bulldozer sostenible y fundador de ecointeligencia

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