Si un visitante extraterrestre aterrizara hoy en la Tierra y examinara nuestros ríos, atmósfera y fondos oceánicos, quizá concluiría que este Planeta vive bajo el signo de la basura.

De eso trata el molismoceno: un término derivado del griego molysmós (contaminación) que identifica la época en la que los residuos generados por la humanidad se han vuelto omnipresentes.
Comprender este concepto (y, sobre todo, actuar) es crucial para cualquier persona interesada en sostenibilidad, porque la forma en que afrontemos la era de la contaminación determinará el futuro del clima, la biodiversidad y el bienestar humano.
1. ¿Qué es el molismoceno?
El concepto de molismoceno fue propuesto en los años sesenta por el biólogo francés Maurice Fontaine, quien advertía que los paleontólogos del futuro encontrarían más restos de plástico y hormigón que huesos humanos.
A diferencia del célebre antropoceno, que destaca el poder de la especie humana, el molismoceno enfatiza la huella material de ese poder: montañas de basura, sustancias tóxicas y emisiones invisibles que alteran los ciclos naturales.
La idea ha cobrado fuerza porque describe de forma intuitiva algo que todos percibimos: desde las toallitas que taponan alcantarillas hasta las nubes marrones sobre ciudades industriales, la contaminación es el telón de fondo de nuestra vida cotidiana y se ha incrustado en cada rincón del Planeta.
2. Del antropoceno al molismoceno
El antropoceno, término acuñado por Paul Crutzen, señala que la acción humana se ha convertido en una fuerza geológica comparable a un volcán o a una glaciación. Sin embargo, no aclara qué aspecto de nuestra acción merece destacarse.
Algunos autores hablan de capitaloceno para subrayar el papel del capitalismo fósil; otros prefieren plasticeno porque el polímero reina en mares y suelos. Así, el molismoceno, por su parte, nos recuerda que lo que verdaderamente une todas esas miradas es la contaminación: gases, microplásticos, metales pesados, radionúclidos y una extensa lista de compuestos sintéticos.
Nombrar la era de la basura no es un capricho retórico; es una herramienta pedagógica para hacernos ver que, si no cambiamos de rumbo, nuestro legado geológico será una gran capa de desechos.
3. Evidencias de que ya vivimos en la era de la contaminación
Enumeramos algunas evidencias poco discutibles:
- Océanos saturados de plástico. La Gran Mancha del Pacífico abarca una superficie superior a la Península Ibérica y contiene unas 80.000 toneladas de residuos flotantes. Cinco cúmulos adicionales repiten el mismo patrón en los demás giros oceánicos.
- Microplásticos en todas partes. Se han detectado en nieve alpina, aire urbano y tejido humano, lo que revela un ciclo global del plástico.
- CO₂ por encima de 420 ppm. La concentración de dióxido de carbono no superaba las 300 ppm desde hace más de 3 millones de años. Este exceso calienta el clima, acidifica los océanos y agrava eventos extremos.
- Biomasa artificial excede biomasa viva. Un estudio de 2020 estimó que la masa de materiales creados por la humanidad ha superado la masa de todos los organismos vivos.
- Agua de lluvia no potable. Investigaciones recientes indican que, por la presencia ubicua de compuestos perfluorados, el agua que cae del cielo ya no cumple los estándares de potabilidad en ningún continente.
Estos indicadores componen la tarjeta de visita del molismoceno y hacen visible algo que suele pasar desapercibido: la contaminación es ya el sustrato sobre el que florece (o se marchita) la vida.

4. Desafíos y oportunidades
4.1 Desafío sanitario y ecológico
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la contaminación atmosférica causa 7 millones de muertes prematuras al año.
En el plano ambiental, especies marinas ingieren plástico, anfibios desaparecen por pesticidas y arrecifes sufren tanto por el calentamiento como por la toxicidad.
4.2 Desafío económico y social
Cada tonelada de basura no gestionada implica costes en salud pública, turismo y productividad agrícola. Sin embargo, la transición hacia una economía limpia puede generar empleos verdes, atraer inversión y estimular la innovación.
4.3 Oportunidad tecnológica y cultural
Materiales biodegradables, energías renovables baratas y sistemas de economía circular ofrecen ya alternativas viables.
Paralelamente, crece una cultura zero waste que reivindica la reparación, el alquiler y la compra colectiva como señas de identidad de un estilo de vida sostenible, ligero y feliz.
5. Soluciones: de la conciencia a la acción
5.1 Diseñar para la circularidad
Productos pensados para durar, repararse y reciclarse facilitan cerrar el ciclo y reducen la extracción de recursos.
Ejemplos: los programas Fairphone de móviles modulares o las zapatillas de Adidas fabricadas con hilo oceánico.
5.2 Reducir lo desechable
Prohibiciones de plásticos de un solo uso, sistemas de depósito, devolución y retorno (SDDR) y el uso extendido de envases reutilizables están demostrando eficacia en países como Alemania o Portugal.
5.3 Energía 100 % renovable
La caída del coste solar y eólico permite descarbonizar redes eléctricas y desplazar combustibles fósiles.
En 2024, España produjo más del 50% de su electricidad con renovables; Dinamarca superó el 80%.
5.4 Restaurar ecosistemas
Proyectos de renaturalización (rewilding) en la cordillera Cantábrica o de limpieza del río Ganges muestran que las intervenciones bien dirigidas pueden devolver la vida a lugares degradados y secuestrar carbono al mismo tiempo.
5.5 Educación y ciencia abiertas
Iniciativas como las plataformas de datos sobre calidad del aire o los cursos masivos en línea (MOOC) de agroecología empoderan a la ciudadanía. La transparencia refuerza la fiabilidad y combate la desinformación.
5.6 Políticas fiscales verdes
Gravar la extracción y premiar la reutilización envía una señal clara al mercado. El ejemplo más citado es el impuesto sueco al CO₂, vigente desde 1991 y compatible con un elevado nivel de bienestar.
5.7 Papel individual
Algunas respuestas a ¿qué puedo hacer yo?:
- Practica la jerarquía multierre, incidiendo especialmente en rechazar lo que no necesitas.
- Elige energías renovables en tu contrato eléctrico cuando sea posible.
- Apoya marcas con certificados ambientales y presiona a las demás con tu poder de compra.
- Lleva tu propia botella y bolsa; parece un gesto pequeño, pero evita miles de residuos a lo largo de una vida.

6. Conclusión: hacia un postmolismoceno
El Molismoceno es un espejo incómodo que revela la cara sucia del progreso. Sin embargo, nombrar el problema también nos da poder.
Si sabemos que vivimos en la era de la contaminación, podemos aspirar a inaugurar una época distinta, un postmolismoceno donde la inteligencia humana se mida por su capacidad de restaurar y cuidar.
No será fácil ni rápido, pero cada ciudad que declara la emergencia climática, cada empresa que apuesta por la circularidad y cada ciudadano que reduce su huella nos acerca a ese mañana.
El momento de actuar es ahora. Convertir la preocupación en acción ecointeligente es la mejor forma de asegurar que las próximas capas geológicas cuenten una historia diferente: la de una humanidad que supo reconocer su error y se reinventó a tiempo.