Made in China 2025

A pocos se les escapa que China tiene voluntad de liderazgo en el contexto global, consciente de que las hegemonías simples se acabaron, especialmente tras la fragilidad que puso de manifiesto la crisis de 2008 y que se ha confirmado con la provocada por COVID-19.

El plan Made in China 2025 tiene como misión lograr el liderazgo de China en la innovación y desarrollo globales para el año 2050

En 2015, el gobierno actualizó la estrategia denominada Made in China 2025 (MIC 2025), en la que se concreta esa aspiración a convertirse en la principal economía del mundo y en la más influyente.

El plan MIC 2025, que ya mencionamos cuando hablamos de la Industria 5.0, representa el primer paso de una estrategia dividida en 3 etapas, siendo la misión de este gran plan lograr el liderazgo de China en la innovación y desarrollo globales para el año 2050.

Como primera etapa de esta estrategia, el plan MIC 2025 tiene como objetivo sentar las bases sobre las que se construirá́ el liderazgo tecnológico de China en el futuro y presenta una hoja de ruta para su transformación en una potencia tecnológica equiparable a las naciones más modernas del mundo.

Uno de los elementos más notables del plan es la autosuficiencia. Con el plan MIC 2025, China pretende reducir su dependencia en la tecnología proveniente de fuentes externas.

Con el cambio a una producción nacional de estas nuevas tecnologías habilitadoras, China garantiza su independencia tecnológica de las naciones cuyas industrias están enfocadas en la producción de alta tecnología.

Con este primer paso, China pretende fomentar el desarrollo interno de nuevas tecnologías de forma independiente del comercio internacional.

Para ello, el gobierno chino ha establecido dentro del plan MIC 2025 una sustitución progresiva de los materiales empleados para la fabricación de tecnología con productos de origen local, lo que supone un aumento significativo de la cuota de mercado de proveedores locales de componentes y materias primas para el año 2025.

Este objetivo permite identificar una de las motivaciones de estas políticas, la independencia económica y tecnológica frente al exterior. En este punto se manifiesta la voluntad de China de librarse de cualquier forma de presión económica que pueda obstaculizar su desarrollo.

La economía circular tiene numerosos ejemplos en China

Si China tiene la intención de competir con las industrias inteligentes más desarrolladas, el primer paso es el de fomentar la producción interna de materiales y componentes necesarios para la producción de la tecnología.

El plan MIC 2025 pretende poner sus capacidades tecnológicas al mismo nivel que los lideres actuales del campo, siendo industrias desarrolladas como la de Estados Unidos o Alemania los principales rivales que China tiene en este aspecto.

No podemos obviar el impacto económico, social y medioambiental que van a causar todas estas medidas, que van a generará profundos cambios en las relaciones internacionales del futuro y nuevos equilibrios de poder entre las superpotencias.

Esta pretensión de ser una gran potencia innovadora y sostenible (más por necesidad que por ideales), reduciendo su dependencia de la tecnología exterior, le va a permitir asumir directamente sectores esenciales.

De las iniciativas que se está conociendo alrededor del MIC 2025 se puede observar claramente que las tecnologías habilitadoras digitales (THD), y en especial, la robótica, la biotecnología, el sector aeroespacial o los vehículos limpios son elementos preferentes.

China ya usa más robots en sus taeas de producción que cualquier otro país, pero además importa sus componentes más importantes, también los más costosos. Ello es particularmente explícito en los robots más complejos, así como en los satélites.

A pesar de la diversificación reciente de las compras, también hacia la Unión Europea, la dependencia de Estados Unidos es muy elevada y sensible para la continuidad de esa producción.

El propósito de ampliar su influencia global contará con otra estrategia de proyección entorno a la Ruta de la seda (Plan Belt and Road Iniciative), destinada a constituir una red entre países con relaciones económicas y comerciales.

Planea invertir en ese plan 1,5 billones de dólares principalmente en infraestructuras favorecedoras del comercio, centrándose mayoritariamente la inversión en aquellas economías menos avanzadas y con materias primas necesarias para mantener su expansión, como pueden ser algunas de las africanas. Esta iniciativa también ha seducido a países desarrollados como Italia.

Así, con estas credenciales han aflorado viejos aires de grandeza y el deseo de recuperar la hegemonía que mantuvo siglos atrás. Parece una reedición del nacionalismo tradicional, político y económico, con el que el Gobierno chino se enfrenta a la guerra comercial y tecnológica con Estados Unidos.

La economía circular se abre paso en China de mano del reciclaje

Cada día de manera más explícita, en el gigante asiático se declara que esta guerra comercial no tiene como objetivo fundamental elevar aranceles y reducir el déficit comercial bilateral con Estados Unidos, sino impedir el progreso de China.

No es necesario abundar en razones que avalen la necesidad de contar definitivamente con este país como la segunda potencia económica mundial, ya que, si aceptamos las proyecciones de la OCDE, en 2040 el tamaño de su economía será equivalente al de la de Estados Unidos y la Unión Europea de los 27 juntas.

En resumen, no hace falta extrapolar el tamaño económico a otros órdenes de influencia en la escena global para asumir que la evolución de ese país será una de las piezas esenciales en la redefinición que ahora se abre en las 3 vertientes de la sostenibilidad y en la geopolítica global.

Ricardo Estévez

Mi verbo favorito es avanzar. Referente en usos innovadores de TIC + Marketing. Bulldozer sostenible y fundador de ecointeligencia

Esta entrada tiene un comentario

  1. Rosana Weston

    Bueno China siempre ha querido poder avanzar en la producción en masa, que es algo en lo que siempre se le ha dado bien.

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