Aliméntate de manera sostenible y protege la biodiversidad (2)

Cuando decides emprender un cambio a un estilo de vida sostenible lo más difícil suele ser dar el primer paso, ya que son muchas y variadas las posibilidades por las que podemos empezar.

Alimentos como la sardina que se conservaban sin frigoríficos y se distribuían con redes de transporte y distribución poco eficientes

Para facilitarte esta transición a la sostenibilidad y al consumo responsable, proponemos unos sencillos pasos que pueden ayudar a transformar tus hábitos alimentarios sin mucho esfuerzo. Vamos a ver cuáles son:

Elige alimentos frescos, de origen local y poco elaborados

Como consumidores tenemos más poder del que imaginamos.

Por ejemplo, cuando elegimos comprar productos locales o de proximidad y de temporada estamos apostando por los alimentos saludables de calidad, el medio ambiente y la economía local.

Los alimentos frescos son principalmente más saludables, pero además como para su producción no son necesarios complejos procesos industriales, son mejores para el medio ambiente porque su huella de carbono es menor.

Si además son de origen local (o kilómetro cero) se reduce la distancia entre el productor y el consumidor, consiguiendo que las emisiones que se producen durante el transporte sean también menores y que el desperdicio de alimentos sea menor al reducirse las posibilidades de que se estropeen, dañen o golpeen y, por tanto, dejen de ser atractivos para su venta.

Este punto es muy importante ya que en el mundo se desperdician o pierden 1.300 millones de toneladas de alimentos al año y una gran parte de esta ingente cantidad ocurre durante el transporte.

Ejemplo de desperdicio en la venta de alimentos

En cuanto a los alimentos poco elaborados, es importante que sepamos diferenciarlos de los procesados.

Alimentos como el queso, las sardinas en conserva o los encurtidos como las aceitunas, son alimentos que han sufrido una transformación, en la mayor parte de los casos, heredada de la necesidad de facilitar la conservación de estos alimentos cuando no se contaba con frigoríficos y redes de transporte y distribución eficientes.

Escoge alimentos de temporada

Cuando consumimos alimentos frescos y locales lo más probable es que sean de temporada, ya que solo estarán disponibles durante la época del año donde las condiciones climáticas sean las adecuadas para poder desarrollarse.

Si elegimos como ejemplo las cerezas, en España su temporada apenas va de mayo a junio, pero aún así podemos comprarlas en invierno gracias a que son traídas desde otros países donde en ese momento son producto de temporada.

Para poder traer unas cerezas desde un país lejano necesitamos un avión, medio de transporte muy contaminante, mientras que para consumir las cerezas producidas en nuestro país o región solo se necesita un camión. Esto no solo aumenta las emisiones, y por tanto la huella de carbono de las cerezas, también su precio.

Con este ejemplo podemos ver que un alimento de temporada por sí solo no cumple con nuestro objetivo de una alimentación social y ambientalmente más justa, es importante que sea también de origen local.

Algo importante a tener en cuenta cuando hablamos de alimentos de temporada es que no solo nos referimos a las frutas y verduras, pues todo alimento fresco tiene en mayor o menor medida un calendario propio, siendo un ejemplo la sardina del Atlántico cuyo mejor momento de consumo es de febrero a marzo.

Descubre las frutas y verduras

En la mayoría de países y regiones es fácil encontrar una gran variedad de frutas y verduras que nos permita comer de una manera saludable y rica a lo largo de todo el año.

Proliferan los mercados con alimentos de kilómetro cero

Desde hace unos años, si echamos un vistazo a las secciones de frutas y verduras de las grandes superficies vemos que la variedad de productos agrícolas es muy reducida.

Se venden las variedades que más aguantan, las que mejor aspecto tienen o las más grandes y se dejan de lado otras variedades, que aunque no tan productivas, están mejor adaptadas a las condiciones climáticas y al terreno, e incluso llegan a tener un mayor sabor.

Existen un sinfín de variedades y especies de frutas y verduras que forman parte indispensable del patrimonio gastronómico, cultural, histórico y tradicional de muchas zonas de nuestros países, y que poco a poco, debido a la despoblación rural y homogeneización de los cultivos, se han ido perdiendo.

Muchas de las variedades autóctonas resisten gracias al trabajo de agricultores y pequeños productores ecológicos que buscan una agricultura más respetuosa con nuestro entorno al hacer un uso más ecoeficiente de los recursos y utilizar menos fertilizantes e insecticidas sintéticos, optando por métodos más tradicionales.


En nuestra próxima entrega continuaremos repasando los pasos para conseguir una alimentación más sostenible.

Si te ha gustado este tema y quieres profundizar, puedes acceder a la Guía FSV – La alimentación: cambia tus hábitos para mejorar tu salud y la del Planeta, preparada por la FVS – Fundación Vida Sostenible, y que está disponible en nuestro fondo documental ecointeligente.

Ricardo Estévez

Mi verbo favorito es avanzar. Referente en usos innovadores de TIC + Marketing. Bulldozer sostenible y fundador de ecointeligencia

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