Conclusiones sobre la Cumbre del Clima de Sharm el Sheij (COP27)

La anterior cumbre del clima celebrada en 2021 en Glasgow (Escocia), la COP26, dejó muchos temas sin cerrar y una promesa que nos situaban en la senda de entre 1,8 y 2,4°C de calentamiento, insuficiente para que la humanidad viva segura.

Entre las conclusiones de la Cumbre de Sharm El Sheij (COP27) destaca el fondo para compensar los daños que sufren ya algunos países

Además, los países ricos no han cumplido su compromiso de aportar 100.000 millones de dólares anuales en financiación del clima para apoyar a los países más vulnerables, de ahí que la COP 27 que se celebrada en noviembre de 2022 en Sharm el Sheij (Egipto) tuviera mucho trabajo por delante.

Los efectos de la crisis climática están siendo ya evidentes y devastadores: un tercio de Pakistán bajo el agua, el verano más caluroso de Europa en 500 años, más de un millón de desplazados por las peores inundaciones que ha sufrido Nigeria, sequías históricas en Europa y en el Cuerno de África, incendios forestales catastróficos en California. Y solamente citamos algunos ejemplos.

Quizás el marco elegido tampoco ha ayudado. Egipto tiene una situación política muy poco favorable al diálogo social, las luchas por los derechos humanos son reprimidas violentamente y, además, no está por la labor de reducir su dependencia de los combustibles fósiles. Que la COP28 se vaya a celebrar en Dubái tampoco va a ayudar mucho …

Pero a esto hay que sumar un difícil escenario geopolítico, energético y económico en el mundo, y a la escasa representación de líderes mundiales anunciada para esta COP27, lo que ya nos anunciaba que no se iban a producir acuerdos importantes.

Es decir, cuando más necesitamos una COP exitosa, menos probabilidad hemos tenido de experimentar un avance significativo

De esta COP se esperaba que se pusiera el foco en la injusticia que supone que las personas y los países que menos responsabilidad tienen sobre la crisis climática sean quienes más sufren sus impactos.

Y aunque ha sido un tema central en la agenda, los resultados han sido decepcionantes. 

Aunque es cierto que este tipo de cumbres son imprescindibles para avanzar, las oportunidades de llegar a tiempo para abordar la crisis climática se agotan. 

Entre lo más relevante que nos deja la COP27 destacamos las siguientes cuestiones:

  • Se ha acordado la creación de un nuevo fondo para compensar los daños y las pérdidas que sufren ya los países en desarrollo, pero no se han fijado ni cantidades ni donantes ni receptores.
  • No se ha avanzado en el refuerzo del (incumplido) compromiso financiero de destinar 100.000 millones de dólares al año para que los países empobrecidos hagan frente a la crisis climática.
  • Y, además, el objetivo de limitar el aumento de temperatura a 1,5°C parece cada vez más lejano.

Aunque pueda parecer raro, China desempeñó al final en la COP27 un papel más constructivo de lo que muchos presagiaban, manteniendo un diálogo muy constructivo con los enviados de EEUU para el clima, lo que pudo recomponer el pacto de colaboración ante el cambio climático suscrito el año pasado en la Cumbre de Glasgow (y en particular en reducción de metano y captura del carbono) que había saltado por los aires por las tensiones sobre Taiwán.

Si bien puede ser excesivo hablar de fracaso, lo cierto es que la COP27 no logró ir más allá del mencionado pacto climático de Glasgow en lo relativo a la reducción gradual y no una eliminación gradual del carbón, a pesar de la propuesta de India de que todos los combustibles fósiles deberían eliminarse gradualmente.

El actual modelo energético es contaminante e ineficiente

Además, las negociaciones tampoco anunciaron nuevos objetivos o compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), lo que socava la meta de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5°C, establecida hace 7 años en el Acuerdo de París firmado en la COP21.

Ahora, una vez apagados los focos, toca seguir reclamando desde la sociedad civil más y mejor financiación climática para los países afectados, y más ambición para reducir las emisiones y eliminar de una vez los combustibles fósiles. 

Tengamos claro como individuos y como sociedad que la necesidad de una acción climática decidida nunca ha sido mayor. Sin embargo, parece que las fortísimas presiones interesadas son más fuertes que el sentimiento generalizado por lograr un estilo de vida sostenible.

Ricardo Estévez

Mi verbo favorito es avanzar. Referente en usos innovadores de TIC + Marketing. Bulldozer sostenible y fundador de ecointeligencia

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