Hace un par de años escribimos sobre la necesidad de declarar la emergencia climática debido a un escenario relacionado con el clima cada vez más preocupante, y en el que es necesario adoptar medidas que sirvan de catalizador para despertar una conciencia responsable en los diferentes sectores de la sociedad.
Fue por esas fechas cuando más de 11.000 científicos de 153 países advirtieron que nos espera un sufrimiento incalculable si no empezamos a abordar la crisis climática y sus consecuencias de un modo radical, apostando por declarar la mencionada emergencia climática.
Estos científicos presentaron estudios y gráficos de parámetros vitales del Planeta que muestran tendencias muy preocupantes, junto con los escasos progresos de la humanidad para abordar este cambio climático.
Sobre esta base analítica, los expertos se vieron en la obligación moral de advertir claramente a todos nosotros de la amenaza catastrófica que pueden suponer estos cambios en el clima a medio y largo plazo.
Desde la publicación de estos estudios, se han unido a este movimiento más de 2.800 científicos firmando esa declaración de emergencia climática. Además, casi 2.000 territorios de 34 países han declarado o reconocido formalmente un manifiesto reconociendo esta situación de emergencia.
14.000 científicos han firmado ya un nuevo documento de emergencia climática
Al mismo tiempo, y desde 2019, hemos podido observar un aumento sin precedentes de desastres relacionados con el clima, incluidas sucesivas DANAS en el sureste español, inundaciones devastadoras en América del Sur y el sudeste asiático, olas de calor récord e incendios forestales en Australia y el oeste de Estados Unidos, una extraordinaria temporada de huracanes en el Atlántico, y ciclones devastadores en África, el sur de Asia y el Pacífico occidental.
También existe una creciente evidencia de que nos estamos acercando o ya hemos cruzado algún punto de inflexión asociado con sistemas críticos del Planeta Tierra, incluidas las capas de hielo de la Antártida Occidental y Groenlandia, los arrecifes de coral de aguas cálidas y la selva amazónica.
Ante estos hechos indiscutibles y alarmantes, necesitamos acciones rápidas, urgentes y decididas para abordar la emergencia climática que tenemos en ciernes.
Para plantear estas acciones es necesario tener en cuenta algunas tendencias observadas y documentas en relación a algunas de las principales variables estudiadas por la comunidad científica.
De las 31 variables de las que tenemos estudios recuentes, se detecta que 18 están en nuevos mínimos o máximos históricos, resultando especialmente dignas de mención las que repasamos a continuación:
Alimentación
Por primera vez, el número de animales rumiantes en el mundo superó los 4.000 millones, lo que representa mucha más masa que todos los humanos y mamíferos salvajes combinados.
Sin embargo, la producción reciente de carne per cápita disminuyó en aproximadamente un 5,7% (2,9 kg por persona) entre 2018 y 2020, probablemente debido a un brote de peste porcina africana en China que redujo el suministro de carne de cerdo.
Es probable que las futuras disminuciones en el consumo y la producción de carne no ocurran hasta que haya un cambio general a dietas basadas en vegetales o aumente el uso de sustitutos de la carne, cuya popularidad está creciendo y se prevé que genere un negocio por valor de 3.500 millones de dólares en todo el mundo para 2026.
Selva amazónica
La tasa anual de pérdida de bosques de la Amazonía brasileña aumentó en 2019 y 2020, alcanzando el punto máximo de 12 años suponiendo 1,11 millones de hectáreas destruidas.
Es probable que el aumento se deba al debilitamiento de la aplicación de la Ley de Deforestación brasileña, lo que ha provocado un fuerte aumento en el desmonte ilegal de tierras para el ganado y el cultivo de soja.
La degradación de los bosques debido a los incendios, la sequía, la tala y la fragmentación ha hecho que esta región actúe como una fuente de carbono en lugar de un sumidero de carbono.
Economía del clima
Aunque el producto interno bruto mundial se redujo un 3,6% en 2020, como consecuencia de la pandemia COVID-19, actualmente se se prevé que se encuentre cerca de un máximo histórico.
Se ha experimentado una notable desinversión en los combustibles fósiles, cayendo las ayudas e incentivos a estos combustibles sucios a mínimos históricos, ayudado todo ellos por una reducción en la demanda de energía.
Se prevé que el porcentaje de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) cubiertas por la fijación de precios del carbono aumente del 14,4% al 23,2% entre 2018 y 2021.
Gran parte de este aumento se debe a un esquema de precios del carbono propuesto por China, que todavía está construyendo numerosas plantas de carbón y ahora es responsable de más emisiones que todo el mundo desarrollado.
El precio medio de las emisiones mundiales por tonelada de dióxido de carbono se ha mantenido muy bajo (15,49 dólares a partir de 2020), y debería multiplicarse varias veces para ser eficaz a la hora de frenar el uso de combustibles fósiles.
Uso de la energía
Probablemente debido a la pandemia de COVID-19, el consumo de energía de combustibles fósiles ha disminuido desde 2019, junto con las emisiones de CO2 y el transporte aéreo por las limitaciones de movilidad.
Sin embargo, estas disminuciones parecen ser transitorias, ya que las estimaciones proyectadas para 2021 muestran que todas estas variables vuelven a aumentar significativamente.
Por el contrario, el consumo de energía solar y eólica aumentó un 57% entre 2018 y 2021, pero sigue siendo aproximadamente 19 veces menor que el consumo de combustibles fósiles.
El número de pasajeros del transporte aéreo se redujo en un considerable 59% en 2020 debido al COVID-19, pero se prevé que más de un tercio de esta pérdida se recupere en 2021.
Gases de efecto invernadero y aumento de temperatura
Tres importantes gases de efecto invernadero (GEI), dióxido de carbono, metano y óxido nitroso, establecieron nuevos récords anuales hasta la fecha de concentraciones atmosféricas tanto en 2020 como en 2021.
En abril de 2021, la concentración de CO2 alcanzó las 416 partes por millón (ppm), la concentración promedio mundial mensual más alta jamás registrada.
El año 2020 fue el segundo año más caluroso registrado, y los 5 años más calurosos registrados se han producido desde 2015.
Pérdida de superficie de hielo
Groenlandia y la Antártida han registrado recientemente nuevos récords históricos de niveles bajos de masa de hielo.
En 2020, el hielo marino ártico en verano alcanzó su segunda extensión más pequeña registrada, y el espesor de los glaciares también estableció un nuevo mínimo histórico.
Los glaciares se están derritiendo mucho más rápido de lo que se creía, perdiendo un 31% más de nieve y hielo por año que hace apenas 15 años.
Cambios en los océanos
Tanto el contenido de calor del océano como el nivel del mar han establecido nuevos récords.
El pH del océano alcanzó su segundo valor promedio más bajo registrado hasta la fecha, justo detrás de 2012, siendo especialmente preocupante dado que es probable que la resistencia de los corales a la acidificación de los océanos se vea reducida por el estrés térmico.
Más de 500 millones de personas dependen de los arrecifes de coral para su alimentación, el turismo o la protección contra las mareas y los efectos de tormentas tropicales.
Para finalizar nos gustaría incidir que, sobre la base de estas tendencias, es necesario reafirmar la declaración de emergencia climática y apostar decididamente por un cambio transformador para proteger la vida en la Tierra y permanecer dentro de los límites planetarios.
La velocidad de las acciones necesarias es fundamental y las nuevas políticas climáticas deberían formar parte de los planes de recuperación de COVID-19, por lo que es crucial que todos formemos una comunidad global con un sentido compartido de urgencia, cooperación y equidad.
Sin los compromiso reales de las grandes multinacionales capitalistas y sus gobiernos, consumidoras de energías fósiles, recursos biológicos y minerales por un lado y mientras estas generen más y más pobreza humana, irremediablemente legaremos un Planeta Tierra a nuestras generaciones futuras las escretas de nuestros estilos de vida occidental.
Los gobiernos saben todo esto y hay intereses politicos y económicos por no acelerar la descarbonizacion de la economia, que por cierto crearía negocios muy rentables. Posiblemente la causa sea la falta de instrumentos financieros prácticos. Lo que si destaca que oor el lado de los combustibles fosiles las tasas de impuestos rondan el 30% esto es mas de 60 centavos por galon que se llevan los gobiernos. Mucho mas que la cadena de comercialización de los paises.
Aunque no ha mejorado nada y sigue empeorando, siento que ahora en la actualidad hay mas apoyo a combatir la contaminación ambiental y buscar revertir el daño.
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