Abandonar el adictivo modelo lineal basado en el fabricar – usar – tirar puede ser más fácil para las empresas si se conocen y emplean algunas de las herramientas que existen a disposición de nuestras organizaciones.
Como hemos visto cuando se han abordado los distintos modelos de negocio circulares, las vías de actuación que las empresas tienen para mejorar su contribución al desarrollo de la economía circular empiezan a ser numerosas y variadas, apareciendo, por tanto, herramientas en las que pueden apoyar parte del trabajo necesario para introducirse de manera decidida en el modelo circular.
En esta ocasión hemos seleccionado 3 conceptos que pueden ser útiles para la gestión, medición de impacto, transparencia y financiación de la transición circular. Son éstos:
1. Sistemas de gestión ambiental
Los sistemas de gestión ambiental (SGA) son herramientas que ayudan a las organizaciones a mejorar su desempeño ambiental y a demostrar que han realizado esfuerzos para implementar algunas de las prácticas que constituyen el eje central de la economía circular.
Por medio de estos sistemas, las organizaciones pueden definir una estructura organizativa alineada con una política medioambiental responsable, y a partir de ella, sistematizar el establecimiento de responsabilidades internas, la definición de procesos, procedimiento y prácticas, y la dotación de los recursos necesarios.
Los ejemplos más extendidos de SGA los encontramos en las normas ISO 14000 y EMAS. Mientras que la primera constituye un estándar reconocido a nivel internacional y de aplicación a la totalidad de una organización, la norma EMAS limita su aplicación a las organizaciones de la Unión Europea y abarca ámbitos organizativos más focalizados.
ISO 14000 y EMAS son normas certificables
En cualquier caso, estas normas junto con las ecoetiquetas, son herramientas indispensables para consolidar la credibilidad de las empresas y dotarlas de crédito para integrarse en cadenas de suministro sostenibles y globales.
2. Huellas ambientales
La Comisión Europea, en su objetivo de hacer de la Unión Europea un espacio económico sostenible, ha desarrollado lo que se conoce como la Huella Ambiental de Producto (Product Environmental Footprint – PEF) y la Huella Ambiental de Organización (Organization Environmental Footprint – OEF).
De acuerdo a lo definido por la Comisión Europea, las huellas ambientales hacen referencia al resultado obtenido tras aplicar métodos generales para medir y comunicar el impacto ambiental potencial de un producto (PEF) u organización (OEF).
Así, se basan en una evaluación desde un enfoque de ciclo de vida, y por tanto reconocen la importancia de abordar los impactos ambientales de manera integrada a lo largo de toda la cadena de suministro del producto o de la organización.
Estas huellas, perseguían inicialmente sentar las bases para que pudiera desarrollarse un mercado debidamente organizado de productos verdes y responsables
No obstante, su uso se ha generalizado, y la Comisión Europea está promoviendo su utilización entre aquellos que miden el comportamiento ambiental de sus productos, servicios u organizaciones, o que tienen necesidad de comunicar información sobre el comportamiento ambiental a cualquier parte interesada, todo ello desde el punto de vista del Análisis del Ciclo de Vida (ACV).
3. Ecoetiquetas
Centrándonos también en el ámbito de la Unión Europea, y en relación al desarrollo de la contratación pública verde o de la satisfacción de las presiones regulatorias de la cadena de suministro, surge la Ecoetiqueta de la UE.
Ésta se presenta como una herramienta que aspira a servir como elemento diferenciador de las empresas y productos circulares.
Las ecoetiquetas son sellos voluntarios que ayudan a identificar aquellos productos y servicios que han sido capaces de reducir su impacto sobre el medioambiente a lo largo de todo su ciclo de vida.
De esta manera, y por medio de las ecoetiquetas, se persigue ayudar a los consumidores a tomar decisiones mejor informadas y recompensar a aquellos fabricantes que realizan esfuerzos para desarrollar productos sostenibles, es decir, constituyen una herramienta de utilidad tanto para fabricantes como para consumidores.
Por medio de la Ecoetiqueta cualquier producto o servicio se presenta a la sociedad como merecedor del reconocimiento por parte de la Unión Europea, que lo acredita por cumplir con una serie de exigencias de desempeño ambiental.
Aunque la Ecoetiqueta de la UE fue establecida en 1992, todavía son necesarios esfuerzos mayores para su consolidación, principalmente centrados en la formación de los consumidores, quienes no siempre son capaces de identificarla y en ocasiones desconfían de la misma.
Por ello, el Plan de Acción de la Unión Europea de Economía Circular prevé un mayor desarrollo de la Ecoetiqueta de la UE, actualizando su definición inicial para incorporar criterios de economía circular y promocionando su difusión y uso.
Si te ha gustado este tema y quieres profundizar, puedes acceder a la Guía para Pymes para la transición hacia la economía circular, preparada por la Fundación ICO, y que está disponible en nuestro fondo documental ecointeligente.
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