Hace unas semanas, cuando repasamos las claves para gestionar la sostenibilidad de productos y servicios, dejamos aparcado un concepto interesante y ligado al desarrollo y entendimiento de la economía circular. Nos referimos al Life Cycle Costing (LCC es su acrónimo en inglés), ó Análisis de Costes del Ciclo de Vida
Ufff, otro artículo técnico de esos de ecointeligencia. Si, en efecto, pero lo prometido es deuda 🙂
Podemos definir Life Cycle Costing (LCC) como el análisis de todos los costes asignables a un producto ó servicio desde que se inicia la concepción de la idea hasta el final de su vida útil, por o para cualquier agente asociado a las fases de la vida del mismo.
Los costes de un producto ó servicio a lo largo de su ciclo de vida pueden ser fácilmente visibles como son los costes directos de la producción (costes de materias primas, energía y mano de obra) o pueden tener una menor visibilidad como son los costes indirectos para el fabricante (pérdida de productividad debida a los residuos) o los costes para la sociedad (problemas de salud por la contaminación).
Además, ciertas fases del ciclo de vida pueden presentar costes con una alta visibilidad (producción y distribución) y los incurridos en otras fases quedar más ocultos (fin de vida del producto) aunque a posteriori puedan tener un gran impacto sobre la organización. Nos sorprendió en una ocasión la importancia que se le daba al final de vida útil de un submarino, casi tanta como a su construcción.
El LCC incluye todos los flujos monetarios asociados a un producto durante toda su vida
Por ejemplo, en el caso de un coche (o de un submarino :-), el LCC consideraría el coste del vehículo, el combustible, los fluidos, los repuestos, así como el desprenderse del mismo al final de su vida, aspecto éste que puede ser tanto un coste como un ingreso. También se incluyen elementos menos visibles relativos a la protección ambiental como las tasas por la recogida de neumáticos usados, o tasas relacionadas con el peso del vehículo, su edad, potencia y consumo de combustible.
El LCC también permite analizar los costes de un producto desde diferentes perspectivas, fundamentalmente las del productor y el consumidor. En un automóvil, los diseñadores utilizan en la práctica el parámetro de los costes de producción, mientras los consumidores atienden al precio de compra, incluidos los impuestos.
Superar la observación del precio de compra como único foco, permite a los usuarios comprender que un precio inicial más alto puede significar un producto más barato en el ciclo completo de utilización, ya que, normalmente, el mayor coste de un producto ó servicio viene asociado a la fase de uso y es asumido por el consumidor final. Es el caso de coche eléctrico, precio de adquisición alto, pero mantenimiento y coste por kilómetro bajos.
Según datos de la Comisión Europea, el 85% de los costes totales de un edificio no se refieren a la construcción o la compra sino al uso durante la vida del mismo.
Por último, la mejor oportunidad para reducir los costes y los impactos ambientales de un producto servicio durante todo su ciclo de vida, ocurre en la fase de diseño.
Aproximadamente, el 80% de los costes y de los impactos ambientales se determinan en la fase de diseño
En resumen, lo expuesto nos da una idea sobre las posibilidades de mejora, de ecoinnovación y de estrategias para el marketing que ofrece este tipo de análisis de ciclo de vida, tanto de cuidado y respeto al medio ambiente como de eficiencia en los costes.
¿Crees que son útiles este tipo de metodologías?
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Excelente tema, muy oportuno.
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Que empresas reconocidas en el mundo utilizan el analisis de costo del ciclo de vida?
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