El enverdecimiento de la industria

Industrias contaminantes en China

William Edwards Deming, padre de la Calidad Total, nos enseño a buscar y enmendar las causas que están en la raíz de los problemas. Propugnaba que, a largo plazo, los parches rápidos ceden y hay que llevar la nave a tierra.

Los adeptos a esta filosofía se dieron cuenta que la causa raíz de nuestra crisis medioambiental no era la polución, sino la fantasía. Habíamos comenzado a contarnos un peligroso cuento de hadas que decía algo así: la Tierra, puesta ahí a nuestra disposición, es un proveedor ilimitado de recursos y limpiará nuestra suciedad. Tratamos las materias primas como si fueran esencialmente gratuitas (se paga por el acceso a ellas y por su extracción, pero no se pagaba nada por los montones de residuos o por la merca de los recursos para las generaciones futuras). Los desechos se vierten en mares, ríos y a la atmósfera, sin compensaciones por los servicios que la Tierra presta de manera totalmente gratuita.

Un esquema de precios que ignoraba los costes ambientales era un perturbador silencioso de este subterfugio. Dado que la economía no ponía precio a la merma de recursos o la polución, tampoco incentivaba la extracción sostenible, el procesamiento limpio o la optimización del uso.

En cuanto a las actividades contaminantes, se ensalzaban en nombre del progreso. Consentidos por la economía y ciegos a los peligros, nuestra escalada de autoengaño alcanzó la cotas más altas, hasta que en los años sesenta y setenta se dieron los primeros disparos de aviso a raíz de los efectos nocivos de los contaminantes medioambientales para la salud. Las publicaciones de Rachel Carson (no os perdáis su obra Una primavera silenciosa) y los movimientos ecologistas lograron algunas victorias legislativas en los Estados Unidos. Pero como suele ocurrir con las leyes impuestas desde arriba, hecha la ley hecha la trampa. Las compañías no tardaron en contratar legiones de abogados para perfeccionar el arte de mínimo cumplimiento.

Plantaciones agrícolas fumigadas intensamente

Los estudios dicen que el hombre no está equipado genéticamente para responder a peligros a largo plazo: hace falta un tigre rugiendo en nuestra vivienda para que empecemos a preocuparnos por nuestro pellejo. Definitivamente, la degradación medioambiental identificada en la pérdida de suelo, el envenenamiento del agua y la contaminación del aire se ha convertido en esa bestia que nos acecha a todos. Esto nos afecta como consumidores y hace que la industria se mueva.

Hay tres razones para que la industria se vuelva verde: es lo correcto, es lo competitivo, y quién no lo haga irá a la cárcel

De pronto, la alternativa verde se ha convertido en la más inteligente y puede que la más rentable vía de salida de las empresas sintonizadas con la supervivencia.

Un importante segmento del público, ya sean accionistas, trabajadores, ejecutivos ó consumidores, ha salido a comprar ideas que funcionen: una nueva manera de pensar, un nuevo paradigma que guíe nuestra mano a la hora de desmantelar la economía que hemos erigido con tanta dedicación y reemplazarla por otra sostenible.

Ricardo Estévez

Mi verbo favorito es avanzar. Referente en usos innovadores de TIC + Marketing. Bulldozer sostenible y fundador de ecointeligencia

Esta entrada tiene 0 comentarios

  1. Ulán Arias A.

    Cada crimen tiene su propio castigo.

  2. alejandro ceresa

    desde la universidad nacional,la CATEDRA LIBRE DE DESARROLLO SOSTENIBLE Y RESPONSABILIDAD SOCIAL trabaja formando profesionales con convencimiento ambiental

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