Olas de calor con nombre y apellidos: la huella de los grandes emisores

Las olas de calor ya no son actos de la naturaleza aislados. La ciencia ha madurado hasta poder responder con rigor a dos preguntas clave: ¿cuánto más probables e intensas son por el calentamiento global? Y, no menos importante, ¿quiénes han contribuido más a que ocurran?

Las olas de calor pueden ser atribuidas a las emisiones de gases de efecto invernadero de los llamados grandes emisores o carbon majors

Un estudio reciente publicado en la revista Nature da un salto cualitativo al atribuir de forma sistemática 213 olas de calor registradas entre 2000 y 2023 no solamente al cambio climático, sino a las emisiones de los llamados grandes emisores o carbon majors, es decir, las mayores productoras de combustibles fósiles y cemento del Planeta.

El trabajo ofrece una cadena causal robusta que conecta emisiones corporativas, aumento de la temperatura global y extremos térmicos en regiones concretas, avanzando implicaciones científicas, políticas, sociales y legales de primer orden. 

1. Olas de calor y cambio climático: qué demuestra la nueva evidencia

El equipo internacional detrás del estudio aplicó y estandarizó la metodología de atribución de eventos extremos (EEA, por sus siglas en inglés) a un conjunto amplio de olas de calor reportadas por su fuerte impacto social (emergencias, víctimas, pérdidas económicas …).

El resultado es contundente: el cambio climático hizo que las 213 olas de calor analizadas fueran más intensas y probables, y esa influencia se ha incrementado con el tiempo

En términos de probabilidad, la mediana de los eventos fue unas 20 veces más probable en 2000–2009 y alrededor de 200 veces más probable en 2010–2019 respecto al clima preindustrial; una de cada cuatro habría sido prácticamente imposible sin el calentamiento de origen humano.

En intensidad, las medianas de aumento rondaron +1,4 °C (2000–2009), +1,7 °C (2010–2019) y +2,2 °C (2020–2023), coherentes con la tendencia al alza de la temperatura media global. 

La clave metodológica es relacionar, para cada evento, la distribución de temperaturas observadas con la evolución de la temperatura media global. Así se estima tanto cómo cambió la intensidad del evento como cuántas veces se volvió más probable en el mundo real (calentado) frente a un mundo contrafactual (preindustrial).

El estudio complementa el análisis con distintas fuentes de datos y modelos climáticos, y verifica la causalidad estadística: en 214 de 217 casos válidos, la temperatura global resulta ser un indicador causal (en sentido de Granger) de la temperatura del evento, lo que refuerza la solidez de las conclusiones. 

2. El papel de las grandes emisoras (carbon majors)

Hasta ahora, la mayoría de estudios de atribución paraban en el cambio climático lo hizo más probable.

Este trabajo da un paso más: cuantifica cuánto aportaron las emisiones de 180 grandes productoras de combustibles fósiles y cemento a cada una de esas olas de calor.

Para ello, se emplea un modelo del sistema terrestre que calcula cuánto calentamiento global se debe a las emisiones de cada entidad a lo largo del tiempo y descompone la contribución de ese calentamiento a la intensidad y probabilidad de los eventos. 

Los resultados son tan claros como incómodos:

  • Las carbon majors son responsables del 57% de las emisiones acumuladas de CO₂ antropogénico (incluido uso del suelo) desde 1850, y del 75% si miramos sólo fósiles y cementoCatorce entidades (entre ellas la antigua Unión Soviética, productores de carbón de China e India, Saudi Aramco, Gazprom, ExxonMobil, Chevron, BP, Shell, Pemex, CHN Energy y productores de cemento de China) suman el 30% de las emisiones, prácticamente lo mismo que las otras 166 juntas (27 %)
  • En 2023, el calentamiento global respecto a 1850–1900 se estima en alrededor 1,30°C, de los cuales unos 0,67°Cse atribuyen a las emisiones de todas las carbon majors y unos 0,33°C a las 14 mayores.
  • En torno a la mitad del aumento de la intensidad de las olas de calor desde la era preindustrial se puede rastrear a las carbon majors. En la década 2000–2009, por ejemplo, la mediana del incremento de intensidad fue de más 1,36°C, de los que más 0,44°C (32 %) corresponden a las 14 más grandes y más 0,22°C (16 %) al resto; en 2010–2019 la contribución combinada siguió creciendo. 
  • En términos de probabilidad, incluso las empresas con menores cuotas de emisiones han convertido en posibles olas de calor que habrían sido casi imposibles. La antigua Unión Soviética, como mayor emisor histórico, multiplicó por alrededor de10.000 la probabilidad de 53 eventos; hasta el productor más pequeño analizado lo hizo en 16 eventos. 

El mensaje: no hay actor grande o pequeño que quede fuera. Las emisiones acumuladas importan, y la responsabilidad es medible

3. Por qué esto importa: implicaciones sociales y legales

Que el cambio climático intensifica las olas de calor es un consenso científico. La novedad aquí es que se rellena el eslabón probatorio que conecta emisiones de actores identificables con eventos extremos concretos.

Este hecho abre puertas en el terreno de las políticas públicas, la rendición de cuentas y la justicia climática.

  • Políticas climáticas: disponer de una métrica robusta para repartir responsabilidades por impactos facilita diseñar instrumentos regulatorios (por ejemplo, mayores obligaciones de mitigación o contribuciones específicas a fondos de pérdidas y daños) basados en el principio de quien contamina, paga.
  • Litigios y cumplimiento: los casos de litigio climático han crecido en todo el mundo. Este tipo de atribución mejora la evidencia disponible para juzgar reclamaciones por daños o exigir planes de reducción más ambiciosos a empresas y Estados. La ciencia ya permite cuantificar cadenas causales con mayor precisión. 
  • Gestión del riesgo y salud: si sabemos que la probabilidad de olas de calor extremas se ha multiplicado (y seguirá haciéndolo mientras suban las emisiones), los sistemas sanitarios, de protección civil y urbanos deben adaptarsealertas tempranas, refugios climáticos, diseño urbano con sombra y ventilación, acceso al agua, planes para población vulnerable. 

4. Matices y límites (sin perder la perspectiva)

Como todo trabajo riguroso, el estudio declara sus límites.

El inventario de desastres (EM-DAT) subrepresenta algunas regiones, lo que sugiere que el número real de olas de calor con fuerte impacto es mayor y merece mejor registro.

Además, el conjunto de carbon majors no cubre el 100% de emisiones fósiles y de cemento (aproximadamente el 75 %), y, si se ampliara, las contribuciones corporativas serían, previsiblemente, más altas.

Por otro lado, las emisiones de aerosoles asociadas a la quema de fósiles tienen efectos climáticos locales que no se atribuyen a compañías individuales en este marco (y que, como contaminantes del aire, conllevan graves impactos en salud).

Nada de esto invalida la conclusión central: el calentamiento de origen humano ha intensificado y hecho más probables todas las olas de calor analizadas, y una parte sustancial de ese efecto proviene de un número conocido de grandes emisoras. 

5. Hacia la rendición de cuentas: políticas y prácticas que necesitamos

La evidencia científica sugiere un itinerario práctico para avanzar desde el diagnóstico a la acción:

  1. Objetivos de reducción vinculantes y verificables para las carbon majors, alineados con 1,5 C, con planes de corto plazo (2025–2030) y mecanismos de supervisión independientes. 
  2. Transparencia total en la cadena de valor (Alcances 1, 2 y 3), incluyendo metano y ventas de productos, con penalizaciones por subdeclaración y falsos compromisos. 
  3. Contribuciones obligatorias a fondos de pérdidas y daños proporcionadas a la huella histórica atribuida. Quien más contribuyó al calentamiento que intensifica olas de calor, más debe aportar a la resiliencia y la reparación. 
  4. Señales económicas coherentes: eliminación progresiva de ayudas a combustibles fósiles, precio al carbono eficaz y estable, y criterios de taxonomía verde que eviten el greenwashing.
  5. Adaptación basada en evidenciaplanes de olas de calor con enfoque sanitario y urbano (infraestructura azul-verde, viviendas resilientes, horarios adaptados), priorizando barrios vulnerables.
  6. Innovación y sustitución: acelerar la electrificación eficiente, energías renovables, almacenamiento, cemento de bajo carbono y soluciones circulares para materiales de construcción.

6. Conciencia y empoderamiento ciudadano

El cambio estructural necesita política y empresa, pero la ciudadanía juega un papel clave para mover inercias:

  • Vota y participa en procesos locales y nacionales para apoyar políticas climáticas ambiciosas.
  • Elige proveedores y productos que demuestren planes de descarbonización verificables (no sólo promesas a 2050).
  • Reduce tu exposición al calor: infórmate sobre alertas, planifica hidratación y descanso, cuida a personas mayores, bebés y quienes trabajan al aire libre.
  • Apoya soluciones comunitariasislas de sombra, vegetación urbana, recuperación de espacios públicos, refugios climáticos en bibliotecas, centros de día y colegios.
  • Exige transparencia: pregunta por la huella de carbono, por el uso de energías renovables en tu municipio y por inversiones en eficiencia energética.

Cada decisión individual parece pequeña, pero multiplicada en el tiempo y en comunidad acelera la transición energética y refuerza la legitimidad de políticas valientes.

Pamplona, ejemplo de ciudad que lucha contra el cambio climático

7. Conclusión: de los datos a las decisiones

Las olas de calor extremas que vivimos hoy no son fruto del azar: el calentamiento global las potencia y un conjunto identificable de grandes emisoras ha contribuido de forma sustancial a esa intensificación.

La novedad es que ahora podemos medir esa cadena de causalidad con suficiente detalle como para impulsar políticas más justas, litigios mejor fundamentados y estrategias de adaptación más inteligentes.

La sostenibilidad no es solamente reducir emisioneses asumir responsabilidades, reparar daños y proteger a las personas más expuestas.

En ecointeligencia defendemos que la información es poder. Conocer quién contamina, cuánto y con qué efectos nos permite exigir cambios y orientar soluciones.

La dirección es clara: acelerar la salida de los fósiles, transformar nuestros sistemas urbanos y productivos, y garantizar que las empresas con mayor huella histórica aporten lo que les corresponde.

La ventana de oportunidad está abierta y llenarla de decisiones valientes es tarea de todas y todos.

Ricardo Estévez

Mi verbo favorito es avanzar. Referente en usos innovadores de TIC + Marketing. Bulldozer sostenible y fundador de ecointeligencia

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