El hombre que vendió el mundo

Al día siguiente de la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos nos despertamos con la noticia de que acababa de dar instrucciones a sus asesores para estudiar la manera rápida de abandonar el Acuerdo de París, clave contra el cambio climático.

¿Cómo? No puede ser … un acuerdo ratificado ya por más de un centenar de países … Una cosa es que este gañán se refiera al enorme (y complejo) problema del cambio climático como un cuento chino.

Eso era 2012 … pero que Trump piense remotamente en la posibilidad de una orden presidencial que anule la firma de Obama, ó una votación simbólica del acuerdo en el Senado de mayoría republicana para que se pronuncie en contra, esto es un atrevimiento que pone en riesgo el futuro de nuestro Planeta.

También se rumoreaba con el envío de una carta de retirada a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, adoptada en 1992, que podría servir para anticipar la salida de Estados Unidos en el plazo de un año, y buscando saltarse el plazo de 4 años estipulado por el Acuerdo de París para poder dar marcha atrás.

(Nerviosismo) ¿Hemos perdido el juicio? Espera, llegan nuevas noticias: Donald Trump admite por primera vez puede haber alguna conexión entre el cambio climático y la actividad humana.

En su visita al tan insultado por su parte The New York Times, el presidente electo nos anunciaba que va a examinar el Acuerdo de París con una mente abierta, aunque sin confirmar su intención de abandonarlo, tal y como prometió durante su campaña.

No queda más remedio que analizar sus declaraciones con prudencia, y apreciar positivamente el paso dado, aunque la presión de los lobbys de los combustibles fósiles y su presencia en su futuro gabinete son más que preocupantes.

También aprovechó para recalcar en cualquier caso, que su principal consideración ante el tema será cuánto le va costar a las empresas norteamericanas las medidas de lucha contra el cambio climático. Evidentemente, Trump no hay leído a Stern.

Por nuestra parte esperamos con esperanza que prospere la petición promovida por importantes compañías estadounidenses, como Nike, Levi´s ó Starbucks, en la que reclaman al nuevo presidente que no abandone el Acuerdo de París sobre el cambio climático y advierten de las consecuencias que supondría un frenazo en las energías limpias y que pondría en peligro la prosperidad del país.

No podían faltar la comunidad científica escandalizada, y que ha urgido a Trump a que reconozca la evidencia del cambio climático. En palabras de un representante de la NASA, al calentamiento global no le importa el resultado de las elecciones norteamericanas, y que habrá dimisiones en cadena entre los científicos si el presidente persiste en su negacionismo en relación al cambio climático.

Con preocupación se espera también la designación del futuro secretario de Energía. Harold Hammon, CEO de Continental Resources y apodado como el rey del fracking, podría dirigir la política energética.

Para Interior se apunta a Sarah Palin, exgobernadora de Alaska y famosa tanto por pertenecer al Tea Party como por el lema que la delata: Drill, baby, drill (perfora, nena, perfora). Entre sus competencias, otorgar las concesiones de las minas de carbón y de las perforaciones de gas y petróleo.

Espeluznante, pero en manos de éstos quedaría el liderazgo de la lucha contra el cambio por parte de la primera potencia mundial … ¡y nos preocupábamos por el papel remolón de China!

Aunque nosotros en España también tenemos razones para preocuparnos:

Y para terminar aclarar algo que quizás muchos hayáis adivinado. El título de este artículo lo hemos tomado prestado de una inquietante canción de los años locos de David Bowie y que os sonará por su famoso riff. Además, se convirtió en un himno cuando la interpretó Nirvana en su desenchufado de la MTV:

¿Nos vamos a quedar de brazos cruzados?