¿Por qué una empresa social?

La empresa social Mil Historias es un buen ejemplo de emprendimiento social

Hace unas semanas mostramos en qué consiste el emprendimiento social, sus definiciones, características y mecanismos. Ahora nos vamos a adentrar en la esencia de la empresa social, la herramienta adecuada para este tipo de emprendimiento.

Los economistas del siglo XVIII situaron en el centro de la ciencia económica la idea de producción de riqueza generada por el ser humano y su deseable crecimiento. La noción de producción sustituyó a la de extracción de riqueza de la Tierra y su reparto.

De esta forma, el razonamiento económico fue desconectando la actividad económica de los conflictos sociales y ambientales que forman parte de este proceso, lo que implicaba también desterrar las preocupaciones morales de este campo.

A este contexto ideológico, favorecido por el auge del racionalismo científico y la confianza en un progreso indefinido científicamente fundamentado, se sumaron los avances tecnológicos que permitieron extraer y transportar recursos de la corteza terrestre de modo masivo y a largas distancias. En definitiva, la capacidad técnica que supuso la Revolución Industrial, junto con el marco filosófico en el que se gestó, se ha traducido en una espiral de crecimiento indefinido que choca permanentemente con los límites de la Biosfera y con las asimetrías en la distribución de recursos y de residuos generados.

El alto coste de extracción de las materias primas

De hecho, sólo en los últimos 60 años, la especie humana ha transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo comparable de su historia, generando una pérdida considerable y en gran medida irreversible de la biodiversidad de la vida sobre la Tierra e importantes desequilibrios sociales.

Los cambios realizados en los ecosistemas han contribuido a obtener considerables mejoras en el bienestar humano, pero con crecientes costes: degradación de muchos de los servicios que ofrecen los ecosistemas, un mayor riesgo de cambios no lineales, y la acentuación de la pobreza de muchos grupos de personas. De hecho, la degradación de estos servicios ha constituido un claro obstáculo para, por ejemplo, la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de reducir la pobreza, el hambre y la enfermedad. Esperemos que no ocurra lo mismo con los recientes Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Resumen de los Objetivos de Desarrollo Sostenible hasta 2030

En definitiva, en nuestra sociedad actual impera una forma de entender la economía y la rentabilidad basada en unos valores que no tienen nada que ver con la ética, la responsabilidad social y el desarrollo endógeno y armónico de los pueblos y territorios.

Esta forma de pensamiento, que tiende a imponer el valor del beneficio económico y financiero por encima de cualquier otro valor social, cultural y humano, y que va unido al avance de la sociedad de consumo, se ha venido globalizando a nivel planetario.

Como consecuencia, resulta cada vez más difícil que de forma natural nazcan y se articulen experiencias de carácter social en lo económico

El emprendedor social, por tanto, vendría a representar el intento por usar la herramienta empresa precisamente más allá de lo monetario, priorizando el fundamento ético, social y ambiental.

Este fundamento se ve recogido en la misión de la empresa social, la razón última de ser de los proyectos empresariales.

En este sentido la maximización del valor para el accionista, fórmula de la economía neoliberal debería reescribirse tratando de buscar la maximización del valor – felicidad para todos los públicos implicados en el proceso empresarial.

Sin duda, esa búsqueda supone dar un paso más allá del territorio de la filantropía empresarial y de la responsabilidad empresarial, para cambiar la perspectiva en torno a la ventaja competitiva, el beneficio empresarial y el éxito empresarial.

En fin, una economía solidaria sería el lugar natural para el florecimiento del emprendimiento y de la empresa social. Una economía que implica que todos los que trabajan son los legítimos líderes y, por tanto, comparten el poder y la responsabilidad por la toma de las decisiones.

Las principales dimensiones y articulaciones de esta economía solidaria serían:

  • Dar poder a la sociedad civil, especialmente en el mundo del trabajo, que le convierta en el sujeto principal y soberano de su vida y de su propio desarrollo.
  • La colaboración solidaria como forma predominante de las relaciones sociales.
  • La coparticipación en la producción, distribución y consumo.
  • El papel del Estado visto como promotor de un sistema de sociabilidad basado en la cooperación, respeto mutuo y pleno desarrollo de cada una y de todas las ciudadanas, ciudadanos y comunidades.
  • La democracia realizada como la construcción de un sistema humano y social, un espacio socioeconómico, mental y psíquico del compartir, del respeto mutuo, de la cooperación y de la coparticipación.

También cabría mencionar algunos elementos necesarios, si bien no suficientes pero sí facilitadores de esta economía:

  • La forma de relacionarse y tomar decisiones en la empresa: frente a la estructura piramidal tradicional, modelo dominante en el mundo empresarial que se basa en la organización y mando de la cúspide y la obediencia del resto, se propone una estructura basada en relaciones de confianza, bidireccionales. Se trata de pensar en relaciones de ida y vuelta entre diferentes miembros (personas/grupos) de manera coordinada; un planteamiento abierto pero muy firme, aunque sólo funciona sobre la base de la confianza mutua y del compromiso personal.
  • La propuesta de unas relaciones comerciales equitativas, basadas en el respeto mutuo y en la participación de todos los elementos implicados en las decisiones de la cadena de valor. En los extremos de este modelo de producción-distribución consumo estaría la figura del prosumidor, combinación de las palabras productor y consumidor, y que recogería la filosofía de la toma de decisiones apuntada en estas páginas.
  • Unas relaciones financieras alternativas, fundamentadas en principios de confianza en las personas y en el proyecto, así como en el verdadero significado de la palabra crédito. Las inversiones socialmente responsables, el ahorro de proximidad, la banca ética o los útiles financieros alternativos serían un componente esencial de una economía al servicio de las personas.
  • La apuesta por circuitos comerciales cortos junto con el papel de los intermediarios como facilitadores de relaciones y no como un coste más en las cadenas de distribución.
  • El acceso libre y transparente a la información.
  • Y, en definitiva, el sentido de lo colectivo como principal fuerza motriz.

Si os ha resultado interesante el asunto del emprendimiento social, podéis profundizar accediendo a la Guía completa de donde procede este extracto, disponible en nuestro fondo documental ecointeligente o desde este enlace: Guía del emprendedor social, inspiraciones para la creación de empresas al servicio de la sociedad.

Ricardo Estévez

Mi verbo favorito es avanzar. Referente en usos innovadores de TIC + Marketing. Bulldozer sostenible y fundador de ecointeligencia

Esta entrada tiene 2 comentarios

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.